Sabían que la Biblia es el libro más vendido del mundo? La Biblia es ese libro gordo que todo el mundo tiene, pero que casi nadie ha leído.
Ring, ring…
– Hola, ¿qué haces?
– Aquí estoy, leyendo la Biblia.
– ¡No jodas! ¿Qué te ha pasado, que te has hecho de una secta?
Y es que nadie entiende que la Biblia se pueda leer por placer. Sin embargo, yo últimamente la he estado leyendo y me ha parecido un libro muy interesante. Sobre todo, me ha servido para saber cómo era Dios.
¡Dios era la leche! Pero tenía sus cosillas. Yo no quiero molestar, pero muy trabajador, muy trabajador… no era, porque teniendo toda la eternidad por delante, el tío hizo el mundo en una semana.
Y no crean que se hernió, se levantó el primer día y dijo: “Hágase la luz”, y la luz se hizo. Pero que yo sepa, él no puso ni un enchufe. Y al día siguiente: “Háganse los planetas”. ¡Eso, háganse!
Que digo yo que se podía haber esforzado un poquito más, porque pudiendo hacernos de acero líquido como a Terminator, nos hizo de barro como a los botijos.
A mí lo que me gusta de la Biblia es que Dios es partidario del nudismo, como yo. De lo que no es partidario es de la fruta, porque no le importaba que Adán y Eva fueran en pelotas, pero cuando se comieron una manzana se pilló un cabreo… que los echó del paraíso. ¡Oye, con razón! ¿No te han dicho que no cojas la manzana?
Dios era bueno, pero con un límite. ¡Por eso los castigó! A Adán le dijo: “Tú ganarás el pan con el sudor de tu frente”. Aquí tengo yo una duda. ¿Ya había pan? ¿Bimbo o en baguette? Y a Eva le dijo “Y tú parirás con dolor”. ¡Que anda que no le ha tenido que dar rabia a Dios que inventasen la epidural! ¡Es que ya son ganas de llevarle la contraria!
A Dios le pasa lo que a todas las buenas personas, da la mano y le cogen el brazo. Ahí están los babilonios, se ponen a construir la torre de Babel para ponerse al nivel de Dios. ¿Pero qué falta de respeto es ésa? Ya lo dice el refrán: “Cada uno en su casa, y Dios en la de todos” ¡Y no
al revés!
Claro, Dios se enfadó: “Por vuestra ambición os condeno a que a partir de ahora, si queréis entenderos, os tendréis que dejar el sueldo en fascículos para aprender idiomas. Eso sí, con el número uno, recibiréis las tapas de regalo”. ¡Y es que hasta enfadado era buena gente!
Pero sobre todo, Dios tenía un sentido del humor tremendo. Un día habló con Noé y le dijo: “Oye, construye una barca, que voy a inundar todo esto”. Y Noé se lo creyó, y se puso a construir un barco en medio del desierto. Que no veas el cachondeo de los vecinos:
“Pero Noé, ¿tú estás tonto? ¡Si aquí no hay playa!”. “¿Quién te crees que eres? ¿Chanquete?”
Yo creo que Dios no iba a inundar nada, pero cuando vio a Noé tan ilusionado con su arca, dijo: “¡Venga va, voy a mandar el diluvio, pero sólo una vez, ¿eh?”.
También fue muy buena la que le gastó a Abraham, a quien dijo:
“Sacrifica a tu hijo”. Y el otro: “Ah, pues vale”. Es que los hombres se lo tomaban todo en serio. Menos mal que Dios le paró: “¡Eh!, ¡Abraham, suelta el machete!, ¡que era coña, tío!”. ¡Qué bromista! Claro, eso debía ser la famosa gracia de Dios.
Si es que Dios era muy gracioso, vamos, un cachondo mental. Eso sí, yo creo que alguna vez se le fue la mano, porque lo que le hizo a Job. Con Job se cebó. Dijo Dios: “Me he enterado que hay un tal Job que cree en mí por encima de todas las cosas. Vamos a comprobarlo”. Para empezar, a Job le cagan unas golondrinas en los ojos y le dejan ciego, después lo arruina, se carga a su mujer, se carga a su hijo, descuartizan a su hija… Y tras cada prueba, Dios mandaba a dos ángeles para preguntarle: “Oye Job, ¿sigues creyendo en Dios por encima de todo?”. A lo que Job les decía: “¡Pues claro, anda que no creo! ¡Lo que no entiendo es quién me pone la pierna encima para que no levante cabeza!”.
Yo no quiero ofender, pero a veces más que bromas, parecían putadas. ¡A Dios sólo le faltó hacerle, a Job, del Atlético de Madrid! Esa sí que hubiese sido una buena broma y no lo de las cagadas de las golondrinas. Pero Dios sólo quería hacer unas risas, no quería ensañarse.
Era un tío simpático, de verdad, ahí está la Biblia que lo prueba.